Hasta ahora todas las entradas que he escrito en este blog están relacionadas con temas legales. Sin embargo, necesitaba escribir sobre un fenómeno puramente marketiniano que estoy viviendo en primera persona: la reconversión de los grupos musicales.

 

Como todos sabemos, los grupos musicales se dedican, generalmente, a grabar discos y a dar conciertos. Pero eso está cambiando porque existen artistas que llevan, además del rock’n’roll, el marketing en la sangre.

 

Partiendo de la base de que el nombre de un grupo o de un solista es su propia marca, existen músicos que han pensado en utilizar su nombre musical como reclamo comercial en un sector tan parejo a la música como es el mundo de la cerveza.

Sí, es sorprendente. Hace poco más de un año, uno de los grupos de heavy metal que más camisetas ha vendido en toda la historia, Iron Maiden, tuvo la genial idea de sacar una cerveza. La cerveza de Iron Maiden, “TheTrooper”, que se ideó para una pequeña producción local con la intención de que sus fans pudieran escuchar la música de su grupo tomando su cerveza, batió todos los records posibles, llegando a vender más de 1 millón de botellas en los 6 primeros meses de su comercialización. Y no solo en Inglaterra, si no en todo el mundo. Lo que no está nada mal teniendo en cuenta que ½ litro cuesta más de 5€ (500.000 litros de cerveza sin haber hecho publicidad, cuando algunas nacionales no llegan a esa tirada).

Desconozco quien fue el primero que tuvo esta idea (vender a los fans una experiencia y no solo música enlatada), pero aquí entra el benchmarking o bench marketing. Según Wikipedia, benchmarking “puede definirse como un proceso sistemático y continuo para evaluar comparativamente los productos, servicios y procesos de trabajo en organizaciones” frente a los competidores. Lo que viene siendo analizar a la competencia, aprender de ellos y mejorar (¡no copiarlos!).

 

También desconozco si este fenómeno comenzó en Inglaterra pero al mismo tiempo, otro grupo de heavy metal, Motorhead, también empezó a vender su propia cerveza, “Bastards”. Este grupo, casi siempre relacionado con el ruido y los abusos, no solo comercializa una cerveza, si no que además tiene un vodka propio y varios vinos tintos y blancos de origen australiano. Y los comercializan a nivel mundial.

No iban a ser menos (y también ingleses), los Rolling Stones, quienes comenzaron con una pequeña incursión en Japón (una pequeña tirada de cerveza japonesa), para terminar con una propia gama de cervezas y, además, haber firmado con una de las cerveceras más importantes a nivel mundial, una edición especial “Rolling Stone”.

Benchmarking. Tú lo haces, pues yo también y mejor. Es lo que están haciendo los australianos AC/DC (con otra importantísima cervecera alemana), con su propia cerveza.

Y la banda norteamericana deglam metal, conocida por su maquillaje, Kiss. Bueno, lo de Kiss no tiene nombre, puesto que han conseguido que Kiss sea una marca para todo y están empeñados en ponérselo a todo. De hecho, existen maletas con la marca Kiss, perfumes, maquillajes y hasta una guardería para niños y una cafetería (¿cross selling?).

Para no enrollarme demasiado diré que, hasta donde sé, otros grupos como Pearl Jam, Status Quo, Doro (ésta tiene hasta un cava catalán), o TheGratefulDead han sacado su correspondiente cerveza.

 

En nuestro país ya existen algunos artistas que se han lanzado a comercializar bebidas alcohólicas, pero aquí no ha sido igual, es decir, no es algo que gestione el propio grupo, puesto que suelen ser ediciones limitadas que realizan algunas marcas.

 

Uno de los primeros fue en hacer algo como lo anterior fue la Cerveza Ambar, que sacó a la venta una edición limitada con motivo de la gira de regreso de Héroes del Silencio y, posteriormente, también haría lo propio con Amaral. Su última incursión es la cerveza “Palosanto”, que conmemora el último disco de Bunbury.

Por cierto, puede que Bunbury haya sido el artista que más haya apostado por este tipo de merchandising, puesto que también comercializó, bajo la denominación de origen Ribera del Duero, un vino tinto con su nombre (producido por una famosa bodega), y también tiene una línea de ropa infantil y para bebés (¿qué padre no le va a comprar a su hijo un body de Bunbury?).

 

Otro caso es el de Loquillo y su vino tinto, “Neo”, que ha sido lanzado al mercado bajo la premisa de ser una edición limitada y se está vendiendo como si fuesen rosquillas.

En fin, que estos artistas han visto mercado donde otros no lo vieron y están generando muy buenos ingresos con estas acciones. Es aquí donde entra el fenómeno fan, el fetichismo y el coleccionismo. Para los fans de estos grupos no se trata solo de comprar una cerveza o un vino, se trata de comprar algo con lo que se identifican. Ellos no se toman una cerveza, viven una experiencia (beben rock’n’roll) porque lo preparan todo para poder tomársela y saborearla como es debido (posiblemente sentados en su sillón viendo videos de estos grupos). Aunque estas bebidas no sean las mejores en sus sectores (y algunas sean muy caras), el que es fan volverá a comprarla, y quedará agradecido porque para él es un regalo… o al menos es lo que yo creo.

 

Antonio Fagundo Hermoso.

Abogado en Conteros Asociados.

Director Jurídico, Marketing y Expansión de Masaltos.com.

Profesor Máster Superior en Abogacía y del Máster en Derecho de las Nuevas Tecnologías de la UPO.

Profesor de ESIC-ICEMD.

Asesor legal de Foro Marketing Sevilla.

Twitter: @jovenantuan