La fuente de financiación de las empresas españolas está experimentando un cambio, están apostando por fórmulas hasta ahora minoritarias. Una tendencia lógica teniendo en cuenta que la banca ha sido hasta ayer, como quien dice, la principal fuente de financiación.

Antes del inicio de la crisis, las empresas cubrían la mayoría de sus necesidades de capital a través de las entidades bancarias, aproximadamente un 80%. Actualmente sigue siendo la fuente más importante de financiación, pero el % va en retroceso. En EEUU las empresas sólo acuden al banco en un 30%, siendo en el resto de Europa un 50-60% de la financiación aproximadamente.

Durante la crisis, ha aparecido una nueva forma de financiación cada vez más en auge, y es la financiación no bancaria. Debemos decir, que esto es fruto del cambio en la tendencia de las Entidades financieras. Los bancos han dejado de financiar de la forma que lo hacían anteriormente. Además, el sistema bancario español va a seguir reduciendo su tamaño como parte del proceso de “des-apalancamiento” que precisa. Esto ha afectado especialmente a micropymes, emprendedores y empresas de nueva creación.

Entre las financiaciones no bancarias más comunes y que están teniendo un gran auge en los últimos tiempos encontramos:

  • Business Angels: Son inversores privados con un conocimiento de determinados sectores y recursos, que impulsan el desarrollo de proyectos empresariales con alto potencial de crecimiento en sus primeras etapas de vida, aportando capital y valor añadido a la gestión (conocimientos, contactos…). Se implican en la gestión de la empresa, sin involucrarse en el día a día, pero aportando un valor añadido. Es una figura con larga tradición en países como el Reino Unido o Estados Unidos, y que recientemente está cogiendo más peso en otros países de la Unión Europea. Operan individualmente o agrupados en redes con intereses comunes.
  • Préstamos participativos: Esta figura está a mitad de camino entre un préstamo tradicional a largo plazo e inversiones de capital riesgo. Se trata que de una forma de financiar empresas o productos en fase inicial que precisan un tiempo de crecimiento, adaptándose de esta forma a sus necesidades. Normalmente se concede un periodo de carencia, y la empresa paga en concepto de intereses,  un interés fijo y otro variable, que dependerá de la evolución de la actividad de la misma. Gracias a esto, la carga financiera que supone el préstamo se adapta a la situación económica de la empresa a lo largo del desarrollo del proyecto empresarial. Estos préstamos se consideran fondos propios a efectos de reducción de capital o disolución de sociedades. Hay empresas de todo tipo que conceden este tipo de financiación, pero están especialmente vinculadas al sector público.
  • Crowdfunding: Es una financiación colectiva en la que participan un elevado número de inversores que aportan de forma individual pequeñas cantidades de dinero para la puesta en marcha o ampliación de un proyecto o negocio. Normalmente se gestiona a través de plataformas de internet para conectar personas con necesidades con personas con recursos. Esta dirigido en especial hacia las micropymes, emprendedores y proyectos innovadores. Los inversores deciden entrar en el negocio, pudiendo hacerlo mediante el accionariado de la empresa o mediante préstamos por lo que exigen una determinada rentabilidad. Es un mercado muy desarrollado en EEUU, donde operan unas 450 plataformas. En España este número se reduce a unas 60, aunque bien es cierto que esta cifra va en aumento. Las plataformas de crowdfundings se llevan una comisión por las gestiones y supervisan todo el proceso. Algunas plataformas llegan a tener hasta un sistema de análisis de riesgos similar al de las entidades bancarias.

Existen más fuentes de financiación alternativa o no bancaria. Hemos profundizado  en las tres anteriores por considerarlas en la actualidad las más relevantes. No debemos confundir el rigor en la concesión de estas operaciones, es decir, aún siendo fuentes de financiación no bancarias, en su mayor parte van a analizar la viabilidad de nuestro proyecto, y la implicación de los socios en el negocio. Por tanto deberemos haber analizado previamente y en profundidad nuestro negocio, nuestras posibilidades, las necesidades de inversión y de financiación.

Aiora Andueza Serradilla

Licenciada en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Sevilla. Máster en Dirección Económica-Financiera por el Centro de Estudios Financieros CEF. Analista de riesgo en Novagalicia Banco. Responsable de finanzas de Foro Marketing Sevilla.