Aunque son muchas las analogías del Big Data, algunas con el petróleo, otras con diferentes materias primas y productos más o menos elaboradas, me gustaría lanzar otra metáfora, para mí más cercana y comprensible:

La industria del vino, tan presente en nuestro país, solo es posible gracias a la labor de diversos profesionales que se ocupan de desempeñar las actividades de fabricación y comercialización. Es un abanico de oficios, muchos de ellos milenarios, todos ellos necesarios y complementarios, que aportan su pequeño granito de valor añadido, percibido por el cliente en la degustación, y que premia con su compra recurrente y sus recomendaciones.

El producto comercializado es un bien tangible: líquido, vidrio, corcho y papel. Pero el principal valor reside en lo intangible, en el “alma” del vino: sensaciones, aromas, sabores.

Entre todo el conjunto de oficios vitivinícolas, solo el enólogo tiene el entrenamiento suficiente como para ocuparse del alma del vino. Es capaz de combinar con maestría todos los componentes básicos, controlar la materia prima, definir la personalidad que permite hacer “hablar al vino”.

La nueva economía DATA tiene muchos paralelismos con la economía del vino. Se necesitan diferentes profesionales para realizar la captura, trasiego, almacenaje y limpieza de los datos. Existen tres componentes tangibles fundamentales: los sistemas de almacenamiento de los datos, las unidades de procesamiento y los canales de comunicación de alta velocidad. Pero como en el caso del vino, el valor no reside en lo tangible, y los datos también tienen alma: información, conocimiento, insights.

Ese alma solo es visible para profesionales con el olfato entrenado, con la experiencia para detectar en los datos el conocimiento que otros no ven, con la capacidad de hacer “hablar a los datos”. Como en cualquier nuevo oficio, aún no hay consenso sobre su denominación. En algunos foros lo denominan “científicos de datos”. Me reconocerán que el término “enólogos de datos” es mucho más evocador, inspirando analogías que no son casuales.

Hace ya varios meses, la Harvard Business Review nombró a los “Cientificos de Datos” como la profesión más atractiva del siglo XXI, con una generación de empleo neto que vuelve a ser análoga al vino, pero con unos ordenes de magnitud sensiblemente superiores a esta.

El próximo 20 de abril tendré el honor de ser uno de los ponentes en el acto de Foro Marketing Sevilla, donde detallaré las nuevas oportunidades profesionales asociadas a la nueva “Data Economy”. En mi ponencia identificaré un buen puñado de oficios relacionados con la economía Data, varios de ellos totalmente nuevos. Como muestra, un botón: científicos de datos, analistas de datos, revisores de sentimiento, investigadores de la deep web, parametrizadores de herramientas, mistery prosumers…

Al igual que nuestros antepasados cuando descubrieron el vino, hace ya miles de años, tenemos el reto de construir una industria a partir de materias primas en constante creación. Una nueva economía no basada en la escasez de recursos sino en el conocimiento. Nuestra es la obligación de sentar las bases de la nueva economía DATA, que permitirá generar millones de puestos de trabajo a las generaciones venideras, en un contexto sostenible y con crecimiento sin límite.

Aunque quizás el límite esté en el conocimiento que la humanidad es capaz de absorber.

Emilio del Prado

Ingeniero en electrónica por la Universidad de Valladolid e ingeniero técnico industrial por la Universidad de León. Socio Director de EPUNTO Interim Management. Cuenta de twitter: @emiliodelprado

Te esperamos el día 20 de abril a las 19.00h en las instalaciones de ESIC Sevilla. Para poder inscribirte haz click AQUÍ