Más allá de la decisión de votar o no y, en caso de hacerlo, tener claro a quién votar el domingo, como marketer, estos días (meses más bien), están siendo intensos en términos de marketing político.
Estamos viviendo mucho marketing, alguno hasta bueno ;-), aunque lo mediocre, como suele ser habitual, está abundando. De hecho, siempre he pensado que el marketing político o electoral es el marketing que peor imagen nos da a los profesionales que nos dedicamos a esta “ciencia”. Queda la imagen del marketing del engaño… ganado a pulso.
Salvando las distancias, esto de las elecciones se parece bastante al fútbol… cuando sientes unos colores, difícil será que cambies de escudo, podrás pasar una temporadita pasando de apoyar a tu equipo del alma porque van mal y estés indignado, pero no por eso te haces de otro equipo. Por otra parte, si no te emociona el fútbol, difícil será que empiece a gustarte por mucho que Messi o Ronaldo marquen un gol regateándose a once rivales.
Otro punto de unión con el deporte rey lo encontramos en el ostracismo mediático. Salvo honrosas excepciones, las secciones de “Deportes” de los diferentes informativos hablan solo de Real Madrid, FC Barcelona y, algo, del Atlético Madrid. El resto de equipos solo asoman cuando tienen que jugar contra los llamados “grandes”. Que se lo digan si no a dos partidos con representación parlamentaria como UPyD o IU que prácticamente no aparecen en comparación con otros como Ciudadanos o Podemos que, hoy por hoy, no la ostentan.
El marketing de contenidos y la planificación de medios son vitales en unas elecciones, hay que saber llegar y transmitir un producto (proyecto político) pero ¿a quién?, ¿a todos los votantes?, ¿segmentan los partidos?, ¿en qué canales se encuentran los votantes?, ¿televisión?, ¿redes sociales?…
Desde el año 1977 llevamos once elecciones generales, la participación media ha sido del 73,46%, o lo que es lo mismo, un 26,54% de la gente se queda en casa. Cierto es que en 1982 se produjo la máxima participación, un 79,97% del censo, pero en 1979 tan solo lo hizo un 68,04%. Esto es, se ha venido quedando en casa entre un 31,96% y un 20,03%.
1ª Conclusión: el marketing electoral no mueve hacia las urnas a uno de cada cuatro inscritos en el censo electoral.
Sigamos con el razonamiento: el pasado jueves 3 de diciembre, el CIS publicó su encuesta sobre las elecciones del 20 de diciembre. Sin entrar los resultados que podrían llegar a obtener las formaciones políticas, la sorpresa vino con el número de indecisos, que fijaron en un 41,6%.
Por no faltar al rigor estadístico, esa misma encuesta declara que existe la intención de ir a votar por parte de un 86,9% del censo. Algo difícil de creer a la vista del histórico de participaciones.
Si nos fiamos de la serie histórica y lo mezclamos con la encuesta del CIS, situaríamos el porcentaje de indecisos en el 35,16%. Redondeando, podríamos decir que de cada tres votantes, uno está indeciso. Es como decir que dos de cada tres votantes lo tienen muy claro.
2ª Conclusión: el marketing electoral no mueve a dos de cada tres votantes. Es posible que les enciendan, que les apasionen, incluso que les decepcionen… pero ya saben lo que van a hacer.
Por tanto, podemos decir que de cada cuatro ciudadanos con derecho a voto:
- El primero no irá a votar
- Dos lo tienen muy claro
- El último está indeciso
Es en ese 25% donde los partidos políticos confían en tener un ROI favorable a su esfuerzo. Un esfuerzo encaminado no tanto a encender a los forofos, como a convencer a los que aún no lo son.
¡Para ellos es este marketing!
¿Qué pasará el domingo?… todos ganan. ¡Feliz votación!
Pedro García Oliva
Inbound Marketing Manager en BuildUp.io
Profesor de ESIC-Sevilla
Vocal del Foro de Marketing de Sevilla
Licenciado en gestión Comercial y Marketing por ESIC Business & Marketing School
Master en Dirección de Recursos Humanos y Organización por ESIC Business & Marketing School.
Certificado en Metodología Inbound Marketing por Hubspot
Twitter: @pgarciaoliva
Linkedin: https://es.linkedin.com/in/pedrogarciaoliva
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