Existen únicamente dos maneras de vivir la vida. Una es como si nada fuese milagro. La otra, como si todo lo fuese. Albert Einstein

En la actual sociedad de la información se está  sufriendo cambios radicales en las necesidades empresariales, económicas, laborales y personales debido a las nuevas exigencias en lo referente a los requisitos técnicos, formativos y experienciales. El impacto de la tecnología y la velocidad trepidante son algunos de los síntomas sociales que podemos observar  en un nuevo presente con nuevas y distintas exigencias para el desarrollo profesional dentro de un mercado laboral escaso, inestable e inquietante para muchas personas que han perdido sus puestos de trabajo o temen perderlo.

Al profesional de hoy se le conmina a ejercitar capacidades como la creatividad, la capacidad relacional, la necesidad de incorporar la tecnología, el compromiso, la planificación y muchas otras. Sin embargo hay una capacidad, que quisiera destacar hoy, que viene pisando fuerte y que cobra especial importancia en el mundo en el que vivimos, Resiliencia. Este concepto hace referencia  a la capacidad para enfrentar las adversidades y mantenerse íntegro evitando cualquier síntoma de debilidad o fragmentación de la persona. Para ello se requiere que el individuo sea perseverante tenaz, que ejercite la actitud positiva y que realice acciones asertivas para no quedarse atrapado en situaciones adversas.

Ya existe mucha información sobre la resiliencia y su presencia en el mercado de trabajo. Información interesante desde distintas ópticas (ZumodeEmpleodesarrollo personalPinkSlipPartyJuan Carlos Barceló) que habla de su importancia creciente en este nuevo y cambiante entorno.

Más allá de definiciones y desarrollos teóricos los y las profesionales de recursos humanos trasladan la necesidad de personas capaces de enfrentarse y superar las situaciones cotidianas conflictivas, y no siempre positivas, de la propia actividad profesional. Personas que puedan de cumplir objetivos en circunstancias adversas y de mantener su constancia a pesar de las dificultades.

Lo que buscan los responsables de selección son personas que no duden si es necesario al tomar decisiones aunque no beneficien a todo el mundo, asumir pequeñas derrotas,  enfrentarse a situaciones y entornos cambiantes. Se requiere a personas emocionalmente estables capaces de mantener las riendas y solventar los escollos que forman parte del camino hacia un objetivo.

Sin embargo,  la resiliencia está hoy más demandada en el ámbito del desempleo que en el de los entornos del trabajo. Más que un valor a gestionar desde recursos humanos es una capacidad a activar en las actuales situaciones de desempleo. Una situación, por cierto nueva, para muchos profesionales que de repente se ven arrojados, en algunos casos de la noche a la mañana, a una nueva  y compleja situación, la del desempleo. El propio entorno está exigiendo la puesta en práctica de la resiliencia como capacidad para superar muchos de los pequeños dramas particulares, para mantener las riendas del futuro profesional y la motivación.

Como consecuencia de todo esto, y tal como señalan muchos profesionales de RRHH, ésta ya no será esta una competencia que tengan que evaluar. Escuchar todo lo que las personas han hecho y han sufrido, todo a lo que se han ido adaptando sin variar su rumbo vital en estos dos últimos años es suficiente para comprobar la capacidad de resiliencia de cada uno/una de ellos/ellas.

Y en este punto, cuales son entonces las características para ser una persona resiliente. Sus características están estrechamente relacionadas entre sí, pueden ser entrenadas e incluso aprendidas:

1) Optimismo, como la tendencia interna a observar los acontecimientos desde una perspectiva positiva tanto en un  futuro como en el presente. Es un sentimiento interno que le dice a la persona que las cosas saldrán bien, permitiendo a la persona poner en utilizar sus recursos para plantear distintas vías de solución y superar las adversidades.

2) Auto – eficacia, se refiere específicamente a la propia confianza en las capacidades para solucionar problemas. Implica analizarnos honestamente y visualizar nuestras fortalezas y debilidades.

3) Control de las emociones, comprende un reconocimiento sincero de las emociones y habilidades para dominarlas, deteniéndose antes de actuar y anticipando las consecuencias de las distintas acciones que se pueden realizar, de modo de ver si merece llevarlas a la práctica o no.

4) Empatía, como capacidad de conectarse y comprender las propias emociones, pudiendo así reconocerlas también en los demás considerándolas y respetándolas, siendo ello básico para entablar relaciones positivas y significativas.

5) Valentía, entendida como la capacidad de atreverse a intentar distintas alternativas superando el temor al fracaso, y en caso de que éste último tuviera lugar entenderlo como un aprendizaje.

Para terminar quisiera insistir en que en la actualidad no son sólo las personas sin trabajo las que se ven obligadas a activar su resiliencia. En estos últimos años las dimensiones y características del desempleo, está poniendo a prueba la capacidad de resiliencia de todos nosotros, porque cualquiera puede verse en un futuro próximo en una situación similar.

Pilar Somosierra Farfán. Licenciada en Psicología por la Universidad de Sevilla; y Master en Dirección RRHH (IEJE). Profesional de recursos humanos especializada en la gestión y desarrollo de personas. Responsable Área de empleo de FMS.